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martes, 14 de noviembre de 2017

Chiquito, que estas en la Pradera…

                                      


La primera vez que lo vi, me pareció un maikeljakson desvencijado o un paciente aquejado de algún extraño síndrome epiléptico, que necesitaba salir corriendo porque el duodenor se le removía espasmódicamente. Poco a poco, partiendo del escepticismo que me provocó este Nureyev tuneado; que andaba de puntillas por la vida; había pasado a habitar en un mundo poblado de fistros nacidos después de los dolores, por la gloria de su madre. Te ganaba su bonhomía, su transparente humanidad, camuflada detrás de la verborrea surrealista y trasgresora. No era nuevo en el medio televisivo este asimilar frases bobas y musicales. Ya el gran Chicho Ibañez había conseguido con su 1,2,3 colarnos de rondón cada semana un slogan en boca de “La Bombi” o el Dúo Sacapuntas: ¿Por qué seraaa´? ¿Cómo estaba la plaza? Sinsentidos que constituían la cotidianidad del españolito medio, que repetía en bares, tabernas y garitos (territorios venerados por el españolito medio). Lo de Chiquito era otra dimensión. Era el microcosmos del genio que expande sus paranoias personales en un “big bang” lingüístico de coreografía vanguardista. ¿Cuándo habían disfrutado Bretón y compañía, paseando por la calle con este hacedor de sintaxis automática, rompedor de sintagmas y desfacedor de morfologías, que habrá hecho (sin duda), las delicias de Faemino y Cansado. Porque Chiquito era creador de algo distinto. El único revolucionario del lenguaje humorístico junto a la genialidad de José Mota. Pero si  el ex miembro de “Cruz y Raya” utiliza el lenguaje ya creado como arma arrojadiza, plena de ironía e inteligencia, el de la Calzada devino creador de un surrealismo  lingüístico “destroyer” y humanista, que conquisto a su público a golpe de pataditas de karateca casposo al que le ha dado un “paralís” mientras no se daba “cuén”. En su último viaje Chiquito ha conseguido unir las más enfrentadas banderías. Porque el humor no tiene fronteras, ni colores, salvo para sectarios irredentos e irrecuperables. Pero no comparecemos para hablar de política (ese lado oscuro del humor), venimos a congraciarnos de que este antiguo cantaor flamenco, tenía tal talla humana, que era capaz de levantar incluso productos de caspa vocacional en la pantalla con su presencia entrañable. Chiquito le puso música a la intro de “Bonanza”, algo que en otro hubiera sido un anatema, nos recomendaba que tuviéramos “cuidadín, cuidadín”, porque éramos unos torpedos pecadores (en esto llevaba razón, aunque su lenguaje, minimizaba humorísticamente la estulticia de la especie). Don Gregorio no superó la soledad. Cuando llega el verdadero dolor no nos sirven los candemor, los dionenor, ni preguntarse ¿cómor? Después  del último viaje, tan sólo queda la genialidad de los grandes, los bendecidos que manejan la risa como arma arrojadiza frente a tanto fistro como tenemos de soportar a diario en la pantalla, mientras comemos, cenamos  o defecamos y que; maldita sea la gracia que tienen los jambos. Más falsos que el flequillo de Dioni, (en palabras del maestro. A Don Gregorio la vida le ha hecho la caidita de Roma, como nos la hará a todos algún día, Nos ha dejado solos, rodeados de personajes patéticos más peligrosos que Pinocho haciendo el 69 (otra genialidad del malagueño). Se ha marchado un género en si mismo, un creador irrepetible, dominador de la inflexión, del tiempo muerto (el timing, dicen los entendidos). La anécdota elevada a la categoría de interminable. Donde quiera que estés, Chiquito, líbranos de esos fistros pecadores que nos rodean

The Extraordinary Tale. 2013

Título original The Extraordinary Tale of the Times Table Año 2013 Duración 79 min. País  España Director José F. Ortuño ,  Lau...