Nadie conoce sus nombres. Son
personas anónimas en este vasto mundo de redes sociales y comunicación
audiovisual a todas horas. Tampoco les interesan estos menesteres, a no ser
para mantener contacto con sus familiares. No tienen tiempo para esto. Están por
todo el mundo. En los arrabales de La
India , luchando contra el analfabetismo de las castas y la
miseria. En las favelas, jugándose el tipo, con un par, entre delincuencia
organizada y supervivencia a toda costa. En África dónde el primer mundo
imagina inmensas sabanas para hacer safaris fotográficos y hermosas selvas de
cine. Ellos conocen la realidad de la vida, el día a día de aquellos que no han
tenido la suerte de nacer en otra parte. Y es que al fin y al cabo la vida de un hombre no es otra
cosa que la suma de todas sus suerte. La suerte de no haber nacido mujer en un
país con teocracias medievales, de no nacer paria, de no nacer marcado de por
vida por la miseria y la enfermedad. Algunos acuden desde la perspectiva de sus
creencias religiosas, otros desde un humanismo activo y altruista. No importan
los motivos, todos son héroes cotidianos. Los que no reciben medallas de los
gobiernos, ni son felicitados. Los olvidados del mundo capitalista, donde el
triunfo viene de la mano del dinero o el poder, dónde se despilfarran millones
en armamentos, banalidades y corrupción. Viven el dolor del día a día. La
desesperanza de ver que no hay medios para salvar vidas, que unos kilómetros más
allá tendrían solución, pero no se rinden, su nivel de esperanza es sobrehumano
y voluntad de hierro. ¿Si nos vamos nosotros, quien se queda? Esta frase
terrible, pronunciada por una joven enfermera, define la situación de parte del
continente Africano, azotado por la terrible
enfermedad del Ébola. Luchan sin medios, prácticamente sin ayuda,
mendigando limosna a los que gastamos en chorradas innecesarias lo que podría
paliar la situación de estos enfermos. Nadie se había preocupado hasta ahora de
esta enfermedad a pesar de los años que han transcurrido desde su aparición. La
industria farmacéutica no estaba interesada, al fin y al cabo estaba lejos. No
era cosa nuestra. Ahora cuando el fantasma apocalíptico se aproxima nos ponemos
a ello, sin olvidar las posibilidades de negocio latentes. Incluso la muerte de
estos valientes, toda una vida dedicada a los más débiles, queda eclipsadas por
la muerte de famosos (que también es
lamentable) que han dedicado sus millones y sus vidas a curas de desintoxicación.
Es triste y patético que quienes deberían estar deprimidos, rodeados de miseria
y sin dinero para paliar el dolor, pasen a segundo plano y hayan vivido cada
instante de su vida con plenitud. Que otros, teniendo millones para ayudar a
los demás, hayan desperdiciado sus vidas entre alcohol y drogas. Que quienes se
parten el alma, no tengan tiempo para deprimirse. Si nos vamos nosotros ¿Quien
se queda? Terrible pregunta. Como una voz que clama en el desierto.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
The Extraordinary Tale. 2013
Título original The Extraordinary Tale of the Times Table Año 2013 Duración 79 min. País España Director José F. Ortuño , Lau...
-
Se nos ha ido uno de los grandes. Se ha marchado con ese silencio humilde y sin estridencias...
-
La primera vez que lo vi, me pareció un maikeljakson desvencijado o un paciente aquejado de ...