La carrera mediática del
ciudadano Toledo ha seguido un sendero inversamente proporcional a su otra querencia (la
actoral), hoy en día tan fosilizada que el más experto paleontólogo tendría
mucho trabajo para seguir su estela. El ciudadano Toledo ejerce de cantamañanas
vocacional para su particular (y escasa) parroquia. Lo hace sin vergüenza
(propia, ni ajena) con un discurso mostrenco y zascandil, que desconoce la
mesura. Nunca fue precisamente un intérprete del Actor´s Studio. El ciudadano
Toledo ha confundido el método Stanislavski con el método Stalinlasvky. Cosas
de la fonética (y del analfabetismo), de eso el ciudadano Toledo y su
parroquia también poseen en abundancia. El genocidio practicado por los
taimados conquistadores, consistió fundamentalmente en sustituir la religión de
un pueblo imperialista que masacraba; arrancando el corazón; a los pueblos
oprimidos y practicaba el canibalismo ritual, por otra que predicaba el amor al
prójimo (que cabronazos, oye). Quizás este sea el problema del ciudadano
Toledo, que ha demostrado una inquina selectiva hacia determinadas religiones.
Tal vez para evitar encontrarse una gumia en el cuello si extendía su discurso mas allá..
Las razones de espacio obligan a no enumerar la cantidad de verdades a medias que contienen las soflamas de estos pamplinas. Para eso están las bibliotecas. Desear daño o muerte a
terceros, es de mal nacido y denota espécimen de baja cuna. Son muchos los
habitantes del terruño, que consideran la monarquía un sistema obsoleto y
vestigio de la estructura medieval de la sociedad, pero manifiestan sus ideas
con respeto democrático y en los cauces apropiados. No en las cloacas esperpénticas de la
seudo-intelectualidad y la caspa militante. El ciudadano Toledo gasta aspecto
de revolucionario de salón, de gurú menesteroso, con escaso afecto por la ducha o
la lavadora. Es el look impostado, que asume parte de la progresía casposa de
todo a cien, con trazas de meterse hasta las rayas de los pasos de cebra. En
esta piel de toro sobran titiriteros inadaptados, abanderados de la
mediocridad, a los que solo le falta el bolso de artesanía indígena para salir
en las enciclopedias cuando buscamos: Progre trasnochado. Hay que escapar de la
ignorancia contumaz que este “Mester de progresía” derrama a su paso, como
juglares hábiles en la mendacidad y lo trivial. En este país sobran los
salvadores, los revolucionarios de mesa camilla, los militantes de primera fila
que tras la manifestación retornan a su mansión de lujo y nivel de vida
capitalista. El postureo de quienes tienen inmobiliarias a golpe de talonario
político y desde la pantalla, con instruida villanía, echan pestes del sistema que están explotando.
A estas alturas pensar que durante el 12 de Octubre algún ciudadano está
celebrando la colonización es un absurdo histórico. Observar el mundo de hace
quinientos años con ojos actuales, otro error garrafal. A nadie se le ocurre
que al cantar “La
Internacional ”, alguien está celebrando los fusilamientos de
las niñas zarinas durante la revolución rusa, las refinadas torturas en las chekas
milicianas o el genocidio sistemático de los Gulag. Un dislate enciclopédico. Llama
la atención que el ciudadano Toledo y demás cofrades, abanderen esa querencia
por la historia pasada, frente a la voluntaria ignorancia respecto a lo que
sucede actualmente con los sucesores de aquellos indígenas. Pueblos oprimidos
por dictaduras bananeras, encarcelados y tiranizados delante de sus narices. Lo
más grave de este personal no es la falta de higiene, el odio; adoctrinado
desde la cuna; la malicia integral o su interés en mantener la fractura de las
dos Españas de Machado. Desarma esa fascinación por la mediocridad, esa
vocación de fango o el analfabetismo asumido como una celebración vital. Esto
si es para mear y no echar gota. “Cosas
veredes, Sancho amigo. Si han de gobernarnos esta kasta de malandrines,
villanos y grande bellaquería”...
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