No hay sensación mas indignante
para la plebe (el currito de a pie) que coincidir con un contubernio de ágrafos
y saltimbanquis políticos en algún acto cultural. En primer lugar por lo
molesto de la situación (fulanos con pinganillo, medidas de seguridad, etc.)
que lastran, dificultan (y molestan) la trascendencia de la obra, concierto o
declamación. En segundo lugar por la certeza (absoluta e indiscutible) de que dichos
saltimbanquis y funambulistas se encuentran de facto en dicho evento cultural,
por la hispánica patilla (vamos, de gratis total). Añadamos que los connaisseurs y diletantes del arte en
cuestión (ya sea teatro, danza o cualesquiera) no recuerdan haber visionado
jamás el rostro de los interfectos en otros lugares (cuando hay que apoquinar,
vaya) llegan a la conclusión de que los espantapájaros allí expuestos no son
excesivamente aficionados a la cultura en general y al arte en particular,
salvo cuando hay “de gratis”, o se requiere postureo
por la presencia de algún artista de su palo político, que pueda servir de
arbotante a sus veleidades mundanas. De ese modo los volatineros de turno no
sólo habrán presenciado por el hispánico gañote un espectáculo que al votante
le habrá costado rascarse el bolsillo (gracias IVA cultural), también acudirán
al ágape Vip a posturear con los artistas (por la patilla) y serán devueltos a
alguna de sus (varias) viviendas habituales en coches oficiales (por la
patilla). En cifras contundentes: gasto cero patatero. Aportación al mundo de
la cultura: cero patatero. Esta nefasta costumbre carpetovetónica, no es
endémica de nuestra mezcolanza celtíbera (auque en algunas autonomías con
equidad, ya le han cortado el rollete) también la epidemia invade en el vecino
país. El sufrido público que acudía recientemente a un concierto donde estaban
invitadas altas personalidades lusas, tuvo que esperar alegremente que
terminasen el cocktail, y se dignasen acceder a las localidades (en primera
fila), ya pasada la hora prevista y con la orquesta sufriendo de hipotermia,
debido a la temperatura reinante. Añadan algún anacronismo como acudir a estos
actos pertrechado con uniforme oficial (los médicos no acuden con bata, ni los
abogados con toga) y comprenderán el abucheo que el respetable les dedico muy
lindamente. El aficionado no gusta de tener cerca a personajes que se han
triplicado el sueldo, o aseguran que bajándose el suyo no se arregla nada en el
país (sic). Pero reconociendo su derecho de asistencia como ciudadanos comunes
(que ser, lo son), es justicia que paguen de su bolsillo. Aunque vivamos en el
terruño de Rinconete y Cortadillo o Guzmán de Alfarache (al menos estos tenían
clase), no somos jilipollas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
The Extraordinary Tale. 2013
Título original The Extraordinary Tale of the Times Table Año 2013 Duración 79 min. País España Director José F. Ortuño , Lau...
-
Se nos ha ido uno de los grandes. Se ha marchado con ese silencio humilde y sin estridencias...
-
La primera vez que lo vi, me pareció un maikeljakson desvencijado o un paciente aquejado de ...