Frente
a quienes sostienen que la fregona, la lavadora o los sanitarios son los
mejores inventos para la humanidad, yo mantengo la sospechosa teoría de que el
mayor invento que el mundo ha dado es el botón “Bloquear”. Es difícil encontrar
un goce mayor al de eliminar a un cantamañanas, dar el finiquito mediático al
sectario de turno o al hediondo tendencioso. Pocas experiencias son tan catárticas
como bannear a un iluminado. Estos
personajes no son otra cosa que la actualización del tradicional “tonto del
pueblo”. Aquellos que se llevaban todas las collejas en el colegio por su
patetismo, hoy revividos en ponzoña mediática. Te sientas frente al teclado,
para tus menesteres cotidianos, y allí está. Date por jodido –te dices- Ya se
me ha colado una Gárgola (o un Troll). Tras verificar que no tienes ninguna
relación consanguínea con el fulano, deduces que es amigo de un amigo, y ha
llegado hasta allí en base a la divina providencia, sin ser invitado. Además lo
que te ha colado es una deyección mental, la deposición de un marginado anímico
contra la sociedad que le tolera. Tratas de dialogar, pero –craso error- le
estás dando cancha a un deficiente que carece de mesura en sus criterios, con
las correspondientes consecuencias. El bestiario de inoperantes y abanderados
de la mediocridad, que infecta las redes es propio de un catálogo tolkieniano, algo así como la Tierra Media de los
menesterosos intelectuales. Encontramos el militante a tiempo parcial; una
especie de salvapatrias; que vierte su ponzoña contra sistemas y sociedades. El
resto del tiempo vegeta a costa del sistema, arrodillado ante el becerro de oro,
explotando los beneficios que le otorga aquello contra lo que lanza sus esputos
mentales. En otros páramos, ramonean los espadachines del absurdo, cuyo
discurso provoca somnolencia de puro arcaico. Los peores; con mucha diferencia,
son los adoctrinados y los sectarios. Patanes con cuatro ideas mal digeridas,
obtenidas de textos y doctrinas, que ya eran viejos cuando nacieron, y otras
cuatro robadas de algún Reader´s Digest.
Con este cóctel de chorradas forman una arquitectura fanática, dispuestos permanentemente
al insulto o la amenaza. Éstos se retroalimentan de su propio veneno. Más allá están los talibanes laicos, los iluminados, los poseedores de la verdad a
ultranza y los mesías, que vienen a redimir a la sociedad con su cerebro
privilegiado. El discurso de la mayoría termina en la ofensa y el disparate.
Nada más pueden ofrecer, porque nada más poseen que su propia estulticia. La
mayoría de ellos sabe que, de no existir las Redes para vomitar sus
indigestiones ideológicas, continuarían siendo el fulano al que la parienta le
ordena callar, y el resto del personal ignora o señala con el dedo. En este mundo
artificial y anónimo de la Nube ,
encuentran su perversa victoria. En el distanciamiento adquieren audacia, se atreven,
osan lo que no harían en otras circunstancias. El resultado todos lo conocen.
Enciendes la pantalla y encuentras un salvapatrias frustrado, un animal de
bellota con ínfulas intelectuales, algún revolucionario de mesa-camilla, el
pesebrero del gobierno en funciones, defendiendo lo indefendible o
tergiversando la realidad, algún estómago agradecido con vocación de lacayo,
realizando loas y alabanzas de sus mantenedores, también involucionistas rancios
de cáscara amarga y maestros del postureo y la falacia. Tampoco hay que olvidar
los corporativistas, aquellos que defienden a capa y espada a los de su cuerda,
tengan o no tengan razón, viciando la verdad a su antojo, a los que
comen de la mano del odio, del rencor antiguo, de la herida no cerrada. A los
maquiavelos que transforman en falso lo verdadero, mediante la alquimia del lenguaje, a los
mefistófeles, que ofrecen comprar tu alma y a toda una patulea de bobos
mediáticos, cuyo lugar es la papelera de residuos humanos (no la de reciclaje) Porque es ardua tarea dicho reciclaje. Para ellos se creó ese botón salvador
que les condena al ostracismo y al olvido (su mayor castigo), un lugar donde su
ponzoña no surte efecto. Ahora, pueden bloquearme, si ello les place…
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